Algunos afirman que el Terranova proviene de un antiguo perro de montaña que, con el tiempo, ha ido evolucionando en las zonas más septentrionales del Canadá. Sin embargo, esta tesis no se confirma con las informaciones aportadas por los primeros exploradores del Gran Norte que, a la vuelta de sus viajes, no se refieren para nada a un encuentro con esos animales. Otros sostienen la teoría de que este perro es el resultado de un cruzamiento entre el Labrador y el noruego Elghund, llevados ambos por los exploradores a la isla de Terranova. Habrían sido los pescadores de bacalao que, a la búsqueda de aguas ricas en peces, a la vuelta de la gran isla canadiense, llevaron consigo estos perros que se extendieron, bastante rápidamente, en Inglaterra y en las regiones costeras de Francia. De todos modos, parece más atendible la hipótesis de que esta raza tiene sus orígenes en los molosos anglosajones descendientes directos del antiguo Mastín del Tibet, con el cual el Terranova tiene, en efecto, muchas características en común. Esta raza conoció en Inglaterra momentos de gran celebridad: baste recordar que es citada por el poeta Byron y que el pintor Landseer (creador de la raza homónima que no es otra cosa que una variedad del Terranova), célebre por sus cuadros de animales, representó tan bien al Terranova, como para considerar a esta obra como una de sus mejores realizaciones. Este cuadro, expuesto en la Tate Gallery de Londres, aún hoy es admirado no sólo por sus cualidades expresivas sino como documento de esta raza. En la actualidad es una raza bastante difundida en casi todos los países, donde tiene un aceptación cada vez mayor por su carácter y cualidades a pesar de no disponer ya de muchas ocasiones para demostrar su valentía y arrojo en el agua, su fuerza de óptimo perro de trineo y su extraordinaria habilidad como pescador, capaz de morder y arrastrar hacia la orilla a peces de gran tamaño.